La renta variable japonesa ha continuado subiendo en los últimos meses. El índice Nikkei 225 ha superado el nivel máximo alcanzado en 1989 y se ha situado por encima de los 40.000 puntos por primera vez en su historia. Este fuerte repunte está acaparando la atención de los inversores. Sin embargo, lo que podría ser aún más importante es el hecho de que muchos de los factores que llevan tanto tiempo frenando la rentabilidad del mercado de renta variable en la región podrían cambiar en los próximos cinco a diez años.
La renta variable japonesa lleva más de un año en racha, gracias a la combinación de unos sólidos beneficios empresariales, un yen más débil que favorece a los exportadores y una fuerte afluencia de inversores extranjeros que buscan una alternativa a China. De cara al futuro, vemos tres factores clave que respaldan un repunte del mercado a más largo plazo, como son la mejora del gobierno corporativo, la reflación y el cambio de política monetaria junto a la revalorización del yen. Todos estos factores tienen potencial para aumentar el gasto de capital (futura digitalización, nuevas cadenas de suministro en los sectores manufacturero y logístico) y el consumo interno.
Tras varias décadas de deflación, el aumento de la productividad y las condiciones inflacionistas podrían impulsar el crecimiento de los beneficios. Por su parte, la mayor eficiencia empresarial y la mejora del gobierno corporativo podrían favorecer el aumento de la rentabilidad, las valoraciones y los ingresos por dividendos.