Durante los últimos diez años, las rentabilidades que han percibido los accionistas en Asia se han situado a la zaga de las de Estados Unidos, lo que ha impulsado el capital y la atención hacia Occidente, además de evidenciar la necesidad de un cambio.
Japón ha llevado la iniciativa en este ámbito, gracias a reformas que han impulsado los niveles de gobierno corporativo y el valor para los accionistas. Ya son varios los países asiáticos que están siguiendo sus pasos, entre ellos Corea del Sur, China y Tailandia.
Corea del Sur se está convirtiendo en uno de los primeros en sumarse a la iniciativa, gracias al sólido respaldo presidencial, tras la elección del demócrata Lee Jae Myung en junio de 2025, y a una base creciente de inversores particulares.
La renta variable coreana lleva tiempo cotizando con descuento respecto al mercado global, lo que suele atribuirse a factores como las complejas estructuras de participaciones cruzadas, los bajos niveles de dividendos y la limitada independencia de los consejos de administración. Por ejemplo, Corea aplica uno de los tipos impositivos sobre dividendos más altos de la OCDE (hasta el 45%), lo que ha disuadido a las compañías a realizar repartos.