De cara a 2025, el entorno macroeconómico, en teoría, debería favorecer a los mercados mercados emergentes, sobre todo dada la tendencia generalizada de desinflación, que permitiría a la mayoría de los bancos centrales recortar de manera significativa los tipos de interés durante el año.
Sin embargo, el nuevo gobierno estadounidense plantea una serie de riesgos. El presidente electo Donald Trump ha propuesto cuatro grandes medidas de política económica: aumento de los aranceles (del 60% en China y del 10% en el resto del mundo), reducción o reversión de la inmigración, rebajas de impuestos (posible prórroga de los recortes fiscales de 2017 y reducción del impuesto de sociedades) y reducción de la normativa (especialmente en los sectores de la energía y las finanzas).
No obstante, y aunque estas políticas podrían plantear ciertos problemas a los mercados emergentes, la política estadounidense resulta hoy muy impredecible, y la realidad podría ser menos contundente de lo expresado durante la campaña, sobre todo en lo relativo a los aranceles. Por ejemplo, durante el primer de Trump en 2016, las medidas iniciales estuvieron más enfocadas en el ámbito fiscal que en la política comercial, lo que, de volver a ocurrir, sería más positivo que negativo para ciertos mercados emergentes. Por otro lado, en Oriente Próximo, podríamos asistir tanto a un escenario de escalada de los conflictos como a uno de desescalada. Es probable que un gobierno de Trump presente riesgos predominantemente bajistas para los precios del petróleo debido a las políticas comerciales y la normativa en materia de petróleo y gas, aunque las sanciones a Irán plantean riesgos al alza.
Teniendo en cuenta toda esta incertidumbre, nos proponemos analizar las principales áreas políticas en el marco de los factores que afectan a los mercados de deuda emergente: (1) el nivel de tipos de interés (tipos estadounidenses para la deuda denominada en dólares, tipos nacionales para la deuda en divisa local), (2) el valor de los tipos de cambio y (3) los fundamentales de los mercados emergentes.
En lo que respecta a los fundamentales, los mercados emergentes han cambiado mucho desde la pasada presidencia de Trump, con dos guerras regionales y una pandemia de por medio. Salvo en el caso de los mercados frontera, las balanzas externas son sólidas. Además, la inflación se ha moderado de forma sustancial desde los niveles máximos alcanzados en 2022 y, en términos generales, presenta una tendencia a la baja en un contexto de política monetaria restrictiva.
Los indicadores fiscales suelen ser el punto más débil de estos mercados, pero la mayoría de los principales mercados emergentes han ampliado el perfil de vencimiento de su deuda y ahora emiten más en divisa local. Además, muchos mercados emergentes tienen margen para recortar los tipos de interés y respaldar el crecimiento si fuera necesario. China, en concreto, podría anunciar nuevas medidas de flexibilización fiscal, lo que contribuirá a contrarrestar el aumento de los aranceles.