De cara al 2025, el pesimismo en torno a las perspectivas económicas de Alemania parece casi universal. Las expectativas de consenso apuntan a otro año de estancamiento, lo que, de confirmarse, significaría que la economía lleva seis años sin crecer de manera significativa. El pesimismo obedece fundamentalmente al temor a que se produzca una desindustrialización generalizada en un contexto de debilidad de la demanda de las principales exportaciones alemanas.
Desde una perspectiva macroeconómica más amplia, la economista de Capital Group Beth Beckett considera que la desindustrialización no va a ser tan grave como se teme. No obstante, y teniendo en cuenta la disparidad que existe entre el clima de confianza que observamos en los mercados y en el ámbito macroeconómico, las expectativas de beneficios del índice DAX superan este año al resto de países europeos.
Se prevé que los beneficios por acción aumenten un 10,5% en 2025, solo un poco por debajo del 12,5% previsto para el índice S&P 500. El mercado alemán de renta variable también mostró una notable capacidad de resistencia el año pasado, cuando la situación de la economía nacional no era mucho mejor que la actual. Desde inicios de 2024, la rentabilidad total ha aumentado casi un 30% en términos de divisa local, en línea con el índice S&P 500 y muy por delante de otros índices europeos de renta variable.