La reducción de los diferenciales de crédito que se ha registrado en los últimos meses ha hecho que muchas de las oportunidades que ofrece el crédito de grado de inversión se refieran a compañías concretas.
Un ejemplo de este tipo de oportunidades se produce cuando una compañía obtiene capital fuera de su mercado nacional. A menudo, la falta de familiaridad con el emisor puede hacer que este tipo de deuda conlleve una prima con respecto a la deuda nacional. El hecho de ser inversores globales y contar con amplios recursos de análisis a escala mundial nos permite aprovechar estas primas. Un ejemplo reciente es la emisión de deuda denominada en euros por parte del banco estadounidense Capital One.
Apreciamos mucho la capacidad de gestión de riesgos de Capital One, así como su operativa y su equipo directivo. Desde el punto de vista de la inversión, ello significa que la confianza de los consumidores puede influir de forma notable en el precio de los bonos de Capital One.
Esta dinámica resultó especialmente evidente a lo largo de 2023, ya que las subidas de tipos de interés provocaron un deterioro de la confianza del consumidor, lo que, a su vez, afectó a la deuda emitida por Capital One. Ello hizo que, aun cuando Capital One es una entidad sólida cuya calificación de grado de inversión se sitúa en el tramo alto de la calificación BBB o bajo de la calificación A, sus bonos comenzaron a cotizar con un diferencial típico del tramo bajo de la calificación BBB o alto de la calificación BB.
En Europa, el hecho de que los inversores estuvieran menos familiarizados con la entidad hizo que la discrepancia de valoración fuera aún más acusada. Los bonos emitidos en euros de Capital One con la misma duración que la emisión equivalente en Estados Unidos cotizaron como créditos del tramo bajo de la calificación B. Al igual que los bonos estadounidenses, los bonos europeos tenían calificación de grado de inversión, pero cotizaban como si fueran bonos de alto rendimiento.
Nuestro profundo conocimiento del emisor hizo que nos sintiéramos cómodos con el riesgo idiosincrático y pudiéramos reconocer y captar el valor ofrecido.