Los estados en los que el resultado va a estar especialmente reñido son los mismos que en 2020. En esta ocasión, los estados clave son Arizona, Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Estos son los tradicionales estados bisagra que pueden votar en una u otra dirección. Los otros dos estados, Carolina del Norte y Nevada, también han estado muy disputados en los últimos años, por lo que suelen incluirse en la lista de estados a los que hay que prestar especial atención.
Una vez más, un puñado de estados y un número reducido de votos podrían resultar cruciales para el resultado. Menos de 100.000 personas van a decidir quién será el próximo presidente de Estados Unidos.
3. La política fiscal tendrá un gran impacto a largo plazo
Los principales recortes fiscales que se aprobaron durante el mandato de Trump se revisarán en 2025. Que se prorroguen o se eliminen dependerá en gran medida de quién controle la Casa Blanca y el Congreso tras las elecciones de 2024.
La reforma fiscal estadounidense de 2017 (Tax Cuts and Jobs Act) introdujo importantes cambios en el código fiscal, que se tradujeron en una reducción de impuestos a los ciudadanos y las empresas. Según algunos cálculos, se prevé que estos cambios reduzcan los ingresos federales en casi 1,5 billones de dólares en diez años. Sus defensores señalan que impulsan el crecimiento económico, mientras que los detractores argumentan que aumentan la deuda nacional.
Lo más probable es que un segundo mandato de Trump, con el respaldo de un Congreso de mayoría republicana, prorrogue las principales disposiciones de la ley, mientras que un gobierno de Biden podría buscar otras alternativas, como subidas de impuestos a empresas y particulares, si bien Biden se ha comprometido a no subir los impuestos a las personas que ganen menos de 400.000 dólares al año.
Además, en la primavera de 2025 se examinará de nuevo el límite de la deuda estadounidense, lo que volverá a ejercer presión sobre las iniciativas fiscales y de gasto. La deuda nacional alcanzó un nuevo máximo de 34 billones de dólares a finales de 2023.
El déficit anual y la deuda nacional son hoy muy superiores a los niveles que se registraban cuando Trump llegó al poder en 2016, por lo que ninguno de los dos partidos lo tiene fácil en este sentido. Las reformas de los tipos impositivos y de los programas de ahorro para la jubilación suelen estar sobre la mesa independientemente del partido que gobierne. El sector de la jubilación suele estar en el punto de mira cuando Washington busca formas de recaudar dinero, por lo que estaremos especialmente atentos cuando los candidatos a la presidencia desvelen sus propuestas económicas.
4. No permita que la política arruine su plan de inversión
Durante la campaña electoral no solo se hablará de cuestiones políticas, sino también de inmigración, aborto, cambio climático y comercio internacional, entre otras. En el ámbito de las relaciones internacionales, oiremos hablar de las guerras de Ucrania y Oriente Próximo, así como del aumento de las tensiones entre Estados Unidos y China.
Todo ello podría provocar un cierto grado de volatilidad de los mercados, especialmente a medida que nos acerquemos al 5 de noviembre. Los mercados odian la incertidumbre, y eso es precisamente lo que podrían traer consigo estas elecciones. Pero no podemos olvidarnos de algo importante: a largo plazo, si nos remontamos hasta la década de 1930, la renta variable estadounidense casi siempre ha subido hacia el final del mandato de un presidente con respecto al nivel registrado al inicio del mandato, independientemente del partido político.