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NEGOCIACIÓN Seguridad: una temática de inversión estratégica

Con los conflictos bélicos en Ucrania y Oriente Medio como telón de fondo, junto con una guerra comercial global, los países están redefiniendo sus relaciones con aliados, rivales y socios comerciales para reforzar su seguridad nacional.

 

Sin embargo, la seguridad abarca mucho más que el gasto en defensa. A medida que el panorama geopolítico se ha vuelto más incierto y fragmentado, los países asumen una mayor responsabilidad —e invierten con mayor determinación— para asegurar los recursos fundamentales y salvaguardar sus intereses. Esto incluye garantizar el acceso a fuentes de energía fiables, modernizar la infraestructura nacional y asegurar cadenas de suministro sólidas para bienes y materias primas esenciales.

 

Prevemos que esta prioridad en seguridad se traducirá en un gasto de capital significativo por parte de gobiernos de todo el mundo. Se trata de una tendencia global que impulsará el crecimiento de compañías de múltiples sectores, como el aeroespacial y de defensa, el de la construcción, los bienes de capital, la energía y los servicios públicos, así como la tecnología de vanguardia.

 

Las compañías que sean capaces de innovar y adaptarse con rapidez a las dinámicas necesidades de seguridad serán, probablemente, las más beneficiadas. Aprovechamos nuestra presencia internacional de investigación para prever en qué se traducirán todos estos esfuerzos y qué compañías saldrán victoriosas.

 

En este artículo, presentamos tres formas en que, a nuestro juicio, el enfoque global en la seguridad impulsará el crecimiento de las compañías mejor posicionadas y generará oportunidades de inversión en los próximos años.

 

1.  Seguridad nacional: un aluvión de gasto en defensa

 

Los conflictos armados tienen, inevitablemente, consecuencias trágicas tanto por el coste humano por las vidas perdidas y las poblaciones desplazadas, como por las repercusiones económicas para todas las partes. Las guerras en Ucrania y Gaza y, más recientemente, las hostilidades en Irán han enfatizado estas realidades. Sin embargo, también han puesto de manifiesto la importancia de contar con recursos defensivos sólidos. Los líderes de Europa, Japón y otros países reconocen la necesidad de invertir en su propia defensa.

 

En junio, los aliados de la OTAN se comprometieron a aumentar su gasto en defensa del 2 % del producto interior bruto (PIB) al 5 % para 2035, un cambio monumental que refleja la transformación actual del panorama geopolítico. Este acuerdo de gasto, impulsado por el gobierno estadounidense, supone un punto de inflexión para la OTAN, una alianza con 80 años de historia.

Incluso antes de este acuerdo de la OTAN, el gasto en defensa ya seguía una tendencia ascendente. En 2024, los presupuestos de defensa de Europa y Canadá aumentaron un 18 %. En el primer trimestre de 2025, Alemania anunció planes de un agresivo estímulo fiscal centrado principalmente en defensa e infraestructuras. Fuera de la OTAN, en diciembre de 2024, el gobierno japonés aprobó un aumento del 9,4 % de su presupuesto en defensa.

 

Las acciones de defensa ya han registrado subidas significativas. A 16 de julio, el S&P Europe Defence Vision Index y el S&P Aerospace & Defence Select Industry Index habían experimentado un aumento anual del 75,6 % y el 29,7 %, respectivamente. Las valoraciones se han tensionado tras el considerable repunte de las cotizaciones.

 

En nuestra opinión, el aumento de los presupuestos de defensa supondrá un impulso a largo plazo, pero solo para aquellos innovadores capaces de adaptarse a un panorama en rápida evolución.

 

Un ejemplo es el contratista estadounidense RTX, que produce sistemas avanzados de radar y defensa antimisiles. La demanda de sus productos se ha disparado, puesto que países de Europa y Oriente Medio han lanzado programas de modernización de sus sistemas de defensa. La adopción más generalizada de drones podría favorecer tanto a la compañía británica BAE Systems como a la estadounidense Northrop Grumman.

 

Por su parte, las carteras de pedidos también aumentan para compañías alemanas del sector. Es el caso de Rheinmetall, fabricante de sistemas de defensa avanzados, que alcanzó un máximo histórico de 55.000 millones de euros en el ejercicio fiscal 2024, con proyectos destacados en EE. UU., Reino Unido, Italia y Ucrania. Asimismo, HENSOLDT, una pequeña compañía especializada en radares y óptica de precisión para aeronaves, registró esta primavera un volumen de pedidos histórico. Estas compañías, entre otras, podrían beneficiarse, ya que los gobiernos europeos pretenden destinar parte de sus presupuestos a compañías nacionales.

 

Los buques se han convertido en otra prioridad, por lo que estamos valorando oportunidades al respecto en Asia. Aunque las compañías estadounidenses fabrican sistemas de defensa de última generación, el país afronta sus propios retos a la hora de modernizar su flota naval y podría tener que acudir al extranjero en busca de soluciones. Por ejemplo, en recientes negociaciones comerciales con Corea del Sur, los astilleros Hyundai Heavy Industries y Hanwha Ocean se ofrecieron a trasladar parte de sus operaciones a EE. UU. para ayudar al país a revitalizar su capacidad de producción. Otras grandes compañías de construcción naval tienen su sede en Asia, como los conglomerados japoneses Mitsubishi Heavy Industries y Kawasaki Heavy Industries, ambos fabricantes también de turbinas de gas y otros equipos de generación de energía.

 

2.  Seguridad energética: el combustible de cualquier economía

 

El acceso seguro a la energía es crucial para el funcionamiento de una economía, así como una cuestión de seguridad nacional. Alemania y otros países europeos lo aprendieron por las malas cuando, tras la invasión rusa de Ucrania, se vieron privados del acceso a gas natural barato. Existen marcadas diferencias regionales en cuanto a recursos energéticos, por lo que EE. UU., Europa y Asia se enfrentan a retos distintos.

 

La industria estadounidense de «fracking» goza de una posición relativamente envidiable, ya que proporciona al país gas natural y petróleo en abundancia y a bajo coste. La disponibilidad de energía barata supone, para muchos fabricantes de EE. UU., una clara ventaja competitiva, puesto que la energía es uno de los mayores costes de producción para numerosas compañías. Además, en octubre de 2019, EE. UU. pasó de ser importador neto a exportador neto de energía. Actualmente, es el mayor productor mundial de crudo, con 12 millones de barriles diarios.

Por primera vez en años, la demanda eléctrica en EE. UU. aumenta con celeridad gracias a la construcción de centros de datos para IA y al regreso de la producción manufacturera al país. Para satisfacer esta demanda, las compañías analizan cada vez más el uso de energía nuclear, una tendencia que podría poner en el punto de mira a compañías de servicios públicos que antes se consideraban poco dinámicas.

 

Un ejemplo es Meta Platforms, que recurre a una central nuclear en Illinois, propiedad de la compañía eléctrica Constellation Energy, para cubrir sus mayores necesidades energéticas en la región. Además, en mayo, el presidente Trump firmó órdenes ejecutivas para acelerar la construcción de instalaciones nucleares en EE. UU.

 

Países europeos como Reino Unido, Polonia y Francia han adoptado medidas para aumentar su capacidad nuclear. La canadiense Cameco, que produce uranio y opera en Canadá, EE. UU. y Kazajistán, planea ampliar sus explotaciones mineras para satisfacer la demanda mundial, que está aumentando de forma vertiginosa.

 

Por su parte, los países europeos también recurren a productores estadounidenses de gas natural licuado (GNL). Cheniere Energy, exportadora de GNL a Europa y Japón, mantiene acuerdos a largo plazo para abastecer a compañías en Alemania, Portugal y Austria.

 

3.  Seguridad de las cadenas de suministro: cuanto más cerca, mejor

 

La pandemia de COVID puso de manifiesto la fragilidad de las cadenas de suministro y la importancia de que compañías y gobiernos refuercen su resiliencia mediante la diversificación de proveedores. Actualmente, en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y comerciales, la prioridad está en asegurar las cadenas de suministro de bienes esenciales como semiconductores, o minerales y metales críticos.

 

Pensemos, por ejemplo, en el cobre. Los países reconocen la necesidad de garantizar el acceso a este metal, dado que es un elemento clave en centros de datos, la modernización de redes eléctricas y otras aplicaciones industriales. Se prevé que haya escasez en lugares clave como Chile y otras zonas de Sudamérica.

 

En nuestra opinión, los principales productores de cobre podrían beneficiarse tanto de esta mayor demanda como de los aranceles al cobre impulsados por el presidente Trump. La minera suiza Glencore ha aprovechado sus operaciones en Argentina para duplicar su producción de cobre en los próximos años. En EE. UU., Freeport McMoran ha anunciado planes para ampliar sus operaciones de extracción y refinado de cobre.

 

China controla también el suministro mundial de tierras raras, esenciales para baterías y equipos militares como drones. El país lleva años asegurando sus derechos sobre estas tierras raras mediante acuerdos con países de África y Sudamérica.

Los países occidentales están adoptando medidas para apuntalar la fabricación en sus mercados y garantizar el acceso a productos y materias primas clave. Cabe destacar la ley «One Big Beautiful Bill Act», que ofrece incentivos a las compañías que trasladen su producción a EE. UU. Entre los posibles beneficiarios de esta medida, figuran fabricantes de maquinaria industrial, proveedores de sistemas de calefacción y ventilación, farmacéuticas, compañías de semiconductores y tecnológicas.

 

La ampliación del crédito fiscal para la construcción de plantas de semiconductores en territorio estadounidense podría reforzar la producción nacional de compañías como Micron Technology y Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, así como de proveedores de equipos de semiconductores. Las disposiciones de la ley para compañías del sector sanitario podrían beneficiar a fabricantes de GLP-1 como Eli Lilly y Novo Nordisk, que buscan ampliar su presencia en EE. UU.

 

Conclusión: Amplios márgenes de crecimiento potencial

 

Los compromisos de gasto público, junto con otros factores favorables, se combinan para generar una segunda ola de crecimiento potencial para las compañías industriales y de defensa mejor posicionadas. En nuestra opinión, se trata de una tendencia duradera que debería impulsar el gasto corporativo y, quizá, favorecer una mayor diversificación del mercado bursátil, que ha estado dominado por las grandes tecnológicas.

 

Las compañías que ofrezcan productos líderes en distintas áreas prioritarias para los gobiernos serán las principales beneficiadas. Entre ellas figuran proveedores de bienes en categorías como la generación de energía, la modernización de redes eléctricas y los sistemas de defensa.

 

Evidentemente, un mayor gasto público a largo plazo no beneficiará por igual a todas las compañías industriales. De cara al futuro, la selección de valores será clave. Prestamos especial atención a la duración de los aumentos de gasto en los distintos mercados y a las valoraciones de compañías que puedan sostener nuevas subidas en las cotizaciones. Como inversores globales activos, nuestro objetivo es identificar las prioridades de gasto más sostenibles y las compañías mejor posicionadas para aprovechar estas tendencias.

Kent Chan es investment director en renta variable con 33 años de experiencia en el sector de la inversión (a 31 de diciembre de 2024). Está licenciado en Política y Economía por la Universidad de California, Berkeley.

Noriko Chen es gestora de renta variable de Capital Group. Además, forma parte del Comité de gestión de Capital Group. Cuenta con 35 años de experiencia en el sector de la inversión (a 31 de diciembre de 2024). Noriko se licenció en Económicas en Williams College y ostenta un título del Programa de Lengua y Cultura Japonesa (Bekka) de la Universidad de Keio, Tokio. 

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