El equipo ha identificado cuatro posibles escenarios: un enfrentamiento comercial, grandes acuerdos comerciales, el regreso de las grandes potencias y el nacionalismo asertivo.
En el escenario de los grandes acuerdos, se restablecen las alianzas tradicionales, posiblemente con ciertos ajustes. Disminuyen los conflictos geopolíticos y los dirigentes políticos logran alcanzar amplios acuerdos comerciales. «Este es el escenario más benigno y constituiría un entorno favorable para la economía y los mercados de renta variable», señala Franz.
El otro extremo sería el aislacionismo, caracterizado por una guerra comercial internacional y por un mayor uso de la fuerza para abordar los problemas de seguridad, con la posibilidad de que se produzcan enfrentamientos militares entre las grandes potencias. «Este sería el peor escenario, que combina la guerra comercial con potenciales conflictos armados», afirma Franz.
El regreso de las grandes potencias daría lugar a una combinación de pactos de no agresión entre potencias, que dominarían cada una un bloque regional. «Este escenario nos remontaría a la era de los imperios, en la que Estados Unidos, China y Rusia contarían con sus propias esferas de influencia», concluye Franz.
¿Dónde estamos hoy y hacia dónde nos dirigimos?
En opinión del equipo de ronda de noche, el mundo ha dejado atrás el viejo orden internacional y ha entrado en un escenario de enfrentamiento comercial, caracterizado por fuertes aranceles, restricciones a la exportación de tecnología y otras medidas proteccionistas que acelerarían la desvinculación económica y la reconfiguración de las cadenas de suministro. «Este es el escenario de fuertes enfrentamientos comerciales, pero no de guerras armadas», explica Cooney. «Las grandes potencias como Estados Unidos y China chocan en términos de tecnología y comercio, pero no desean embarcarse en una confrontación militar».
Si el escenario de enfrentamiento comercial se prolonga, es probable que el crecimiento económico se ralentice y la inflación aumente, añade Franz. «Si los aranceles anunciados se mantienen a largo plazo, podríamos asistir a un escenario de desaceleración del crecimiento más allá de 2025. Por otra parte, si se alcanzan acuerdos comerciales con relativa rapidez, se haría más probable la transición hacia el escenario de los grandes acuerdos».
¿Cuánto tiempo tardará en perfilarse una imagen clara del nuevo orden internacional? Según Cooney, ante la complejidad de las negociaciones comerciales y el gran número de socios comerciales, no parece probable que la resolución vaya a ser rápida. «El mundo está en transición. Se tardó dos años en alcanzar el orden tras la Segunda Guerra Mundial, y ahora la estabilización de un nuevo orden geopolítico mundial podría llevar varios años».
«La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos no tiene capacidad suficiente para cerrar acuerdos con unos 90 países durante los 90 días que durará la tregua de aranceles, que llega a su fin a finales de julio», explica Cooney. La entidad cuenta con una plantilla relativamente reducida, por lo que dispone de unos recursos limitados para poder abordar tantos acuerdos complejos en tan poco tiempo. «El proceso podría prolongare durante varios años, sobre todo en lo que respecta a las relaciones comerciales más importantes y complejas con economías como China y Europa».
El gobierno de Trump querrá anunciar una serie de acuerdos lo antes posible para tratar de tranquilizar a los mercados, pero podría tratarse de acuerdos parciales, y no de acuerdos completos de libre comercio. Durante el primer mandato de Trump se alcanzaron acuerdos de mínimos con Japón, China y Brasil. El gobierno podría optar por prolongar la tregua de 90 días, aunque ello mantendría la incertidumbre en niveles elevados y podría provocar una volatilidad continua en los mercados, especialmente si cada prórroga viene acompañada de maniobras políticas arriesgadas.
«Creo que el gobierno va a tratar de alcanzar acuerdos iniciales con Japón y Corea, que pueden ser más fáciles de lograr», afirma Cooney. «Pero la renegociación del Acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá resulta más complicada, y las negociaciones formales ni siquiera han empezado aún, así que este proceso llevará su tiempo. La negociación con la Unión Europea también podría prolongarse un poco más. Y la relación comercial entre China y Estados Unidos, que está en la base del conflicto actual, podría tardar años en restablecerse y tendría que conformarse a corto plazo con una tregua parcial. Actualmente, no parece haber una relación de diálogo abierta entre los gobiernos de ambos países».
La prolongación de las negociaciones podría seguir afectando a los mercados y a la economía. «La falta de certeza es uno de los mayores problemas en este sentido», explica Cooney. «Las compañías se mostrarán reacias a asumir compromisos de inversión a largo plazo si no tienen una idea más clara de cuáles son las normas que se van a aplicar en el futuro». Es posible que las empresas mantengan un nivel de gasto reducido durante algún tiempo.
Incluso si llegan a alcanzarse acuerdos comerciales, hay ciertos riesgos de que la credibilidad de Estados Unidos como socio y como pieza esencial del comercio y la seguridad internacionales pueda ir disminuyendo a largo plazo, al igual que podría hacerlo la percepción que se tiene del dólar como divisa de reserva y el estatus de seguridad que se le atribuye a la deuda pública estadounidense, afirma Cooney.
Consecuencias para la inversión
Según Jody Jonsson, gestora de renta variable y vicepresidenta de Capital Group, la clave para hacer frente a este contexto de incertidumbre está en mantener la prudencia en relación con lo que podemos saber hoy, no ceñirse a una visión particular del mundo y prepararse para lo inesperado.
Jonsson trata de alcanzar un equilibrio en su cartera de inversión entre las inversiones defensivas y ofensivas. «Si se logra una resolución favorable, los mercados podrían dispararse, como ocurrió tras el anuncio de la tregua de 90 días en la aplicación de aranceles que se anunció el 9 de abril y que provocó un fuerte repunte de los mercados», afirma Jonsson. «Es el momento de prestar más atención a las valoraciones y a los dividendos, un momento en el que lo aburrido es bello».
Por ejemplo, las compañías aseguradoras como Chubb no exportan ni importan ningún producto, por lo que no deberían verse especialmente afectadas por los aranceles. Por su parte, en el sector financiero, algunas compañías como el mercado de derivados CME Group registran mayores volúmenes de negociación en periodos de volatilidad de los mercados.
«También creo que el contexto actual favorece la diversificación de la cartera a escala mundial. Es complicado saber qué negociaciones comerciales van a llegar a buen puerto y cuándo lo harán», explica Jonsson.
Por último, cuando las negociaciones comiencen a traducirse en acuerdos, los inversores y las compañías gozarán de una mayor claridad y el panorama de inversión podría mejorar. «Creo que es probable que nos encontremos en el punto de máxima incertidumbre», añade Jonsson, «pero las cosas acabarán por mejorar».